miércoles, 18 de marzo de 2009

COMPARE ESTAS DOS INFORMACIONES Y LUEGO DISCÚTALO CON SU COMPAÑERA

Vea el siguiente video del programa "133" de Megavisión que fue emitido el miércoles, 02 de julio de 2008 y ha sido visto 1.905 veces (http://www.megavision.cl/videos/puerto-bohemio-153.aspx) y que se presenta con la siguiente descripción: Las nuevas cámaras instaladas en el puerto han surtido un efecto considerable. Y en esta noche, una familia, guagua incluida, parecieran estar vendiendo drogas en pleno centro de Valparaíso. Sin embargo, el show vendrá de parte del borracho líder del grupo, muy a pesar de sus familiares.

Después lea los fragmentos del siguiente artículo en cursivas y color:

Viaje a las entrañas de "133"

PRENSA CANALLA

Vistiendo los ropajes de la investigación periodística, 133, un programa de altísimo rating juega a repetir el epíteto de "delincuente" a personas apenas sí son detenidas por las policías.  Una víctima de ese programa y en ex camarógrafo cuentan cómo usando la música adecuada, la toma correcta y un lenguaje con adjetivos oscuros, se puede hacer de una persona, un peligroso antisocial y cautivar así a las audiencias.

Por Claudio Pizarro, Pía Torres

The Clinic, jueves 05 de marzo de 2009, año 10, Nº 283

En marzo de 2008 a Luís Garrido Millán le tocó ser uno de los protagonistas de "133", el exitoso programa de Mega.  Su historia marcó sobre 20 puntos y aún se puede ver en Internet, en la página de ese canal, bajo el título de "Puerto bohemio".  El capítulo parte con imágenes captadas desde una patrulla que corre a toda velocidad por los cerros de Valparaíso para atender una denuncia.  La música promete una historia con emoción y peligro, una nueva oportunidad en que un grupo de policías arriesgará la vida para que durmamos tranquilos.  Según los créditos del programa, es el periodista Ángel Jara el encargado de relatar las imágenes que se suceden vertiginosas.

La voz en off explica que las cámaras policíacas han detectado a un grupo que vende drogas, y justo entonces, al doblar una esquina, aparecen los sospechosos de ese capítulo: Luis Garrido y su pareja.  Los acompañan Alejandra, de 16 años, su pololo y el hijo de ambos en un coche.  También está "el gringuito", un joven estudiante de 14.  Es decir, tres adultos y tres menores.  Todos son detenidos y los policías proceden a revisarlos.

Garrido al principio está sorprendido y luego crecientemente molesto.  No sabe qué es lo que pasa, nadie le dice.  Insiste en que van ahí cerca, como si eso pudiera convencer a los policías de dejarlo marchar.  Ha tomado de más, está claro, pero no le parece que eso sea como para que los registren.  ¿Y por qué lo están filmando?  Nadie le explica eso tampoco.  Sus reclamos crecen mientras más policías llegan y los registran y revisan a la guagua y no encuentran nada y, a a pesar de eso, no los dejan seguir.  Garrido parece hablar solo, dar jugo, e incluso provocar a un paciente grupo de policías que casi no abren la boca ante las cámaras.

Tiene sentido entonces que la "voz en off" se centre en Garrido.  "El hombre que al parecer lidera este grupo, comienza a protagonizar el típico escándalo para llamar la atención de la gente", locutea Jara.

Para entonces, ya hay una docena de policías para controlar a tres adultos y tres niños.  El relator se refocila: "con más policías, la fiscalización se hace mucho más efectiva".  No está claro a qué efectividad se refiere, porque por más que registran no encuentran ni un pito.  Pese a eso se llevan a Garrido a la comisaría, según el periodista de Mega, "para evitar un mal mayor".  ¿Cuál mal?  Tampoco lo dice.  La nota termina contando que los policías se quedan un rato por ahí "chequeando si botaron drogas".  Con ese cierre queda la idea de que Garrido es un narco con suerte, que alcanzó a descargarse.

ME DESTRUYERON LA VIDA

Cada vez que Luis Garrido recuerda ese programa se indigna.  No alcanzó a verlo el día de su emisión, porque estana trabajando.  Pero su amigo lo llamó para contarle lo esencial: los dejaban como narcotraficantes.  No lo podía creer.  Y al día siguiente empezó a sentir los efectos de haber salido en el exitoso programa de Mega que dirige el periodista Manuel Cotapos.

—Recién habían comenzado las clases y a mis dos hijas no pararon de molestarlas en el colegio.  Mi familia, que vive en el sur, me llamaba para saber dónde estaba preso, porque al final de la nota me llevaron detenido.  Todo mi barrio vio el programa, todos mis amigos, mi familia, los papás de las amigas de mis hijas y para todos quedé como traficante—, explica Garrido.  A mí me marcaron, me cagaron la vida para siempre.  Porque da lo mismo que yo sea inocente.  La gente dice, "si salió en la tele, por algo habrá sido".  Incluso había traficantes que me felicitaban, porque creían que había logrado descargarme antes de que me atraparan.  "¡Wena!", me gritaban.  Con mi señora estuvimos casi un mes encerrados, no queríamos que nadie nos viera.

Garrido trabaja pegando cerámicas.  "Soy obrero", se define y cuenta que está endeudado, como todos.  "Vivo en una casa por la que pago ochenta lucas.  Estoy hasta el cogote con las cuentas del agua y de la luz.  No tengo ni un lujo.  Ni bicicleta tengo.  Me doy vuelta el día a día".

Garrido dice que todo pasó en febrero de 2008 cuando fue con su familia al Puerto a pasar unos días.  Esa noche estaba de cumpleaños y reconoce que con la otra pareja de amigos, se fue a tomar a la plaza.  Esa fue la única falta que cometió en toda la noche, el único motivo por el que apareció en un programa de alto rating en todo Chile.

Ellos se alojaban en una pensión que estaba cerca y se dirigían a ese lugar cuando llegó carabineros.

—Llegaron con escándalo al tiro.  Del radio patrulla se bajaron tres carabineros y una carabinera terrible de agresiva.  Ahí mismo venían los de la tele.  Después aparecieron más furgones.  Fue un tremendo escándalo y empezó a salir gente de las casas a mirarnos, mientras nos gritaban que éramos narcotraficantes.  Nos gritaban: "¡A la pared!, ¡A la pared!"  Pero eso no aparece en el programa.  Eso lo borraron.  Sólo aparece lo que yo digo, como si estuviera dando jugo, hablando solo.  Pero ellos ,e gritaban: "¡Sácate las zapatillas!, ¡en las zapatillas tenís la droga!".  Yo me las saqué solo y las tiré y les dije: "¡aquí tienen mis zapatillas, qué tanto!".  En la tele nos dejaron como si fuéramos unos flaites escandalosos, lo cortaron para que todos se cagaran de la risa.  Y me da rabia porque mi mujer estaba asustada y la otra pareja también estaba terrible de asustada y la mamá de la guagua, que es enfermita, se empezó a orinar de tan nerviosa.  Y me daba rabia porque yo no tenía nada, nada, nada.  No nos podían tratar así".

Garrido recuerda que el registro duró cerca de media hora.  Luego se lo llevaron detenido y lo soltaron a las seis de la mañana siguiente.  Al final todo quedó como un caso de ebriedad.

Garrido reclama que los periodistas ahí presentes no buscaban contar la verdad.  No les importó que no le hubieran encontrado nada.  Asumieron que eran culpables.  Además, después emitieron las imágenes de los dos menores sin taparles el rostro, contraviniendo todas las leyes sobre la protección de identidad.  E hicieron un escándalo con su ebriedad, pero ni se enteraron de la paliza que le dieron en Carabineros.

—Lindos los periodistas— dice.

Cuenta que primero lo llevaron a constatar lesiones y luego a la comisaría.  Allí, mientras estaba en el calabozo, se metieron en el computador y vieron a mi familia y me empezaron a molestar...

El artículo cuenta, además de las provocaciones, de golpes con palos y el taco de un zapato que lo dejaron todo morado, lo que fue filmado por su esposa al día siguiente.  Mostraron esas imágenes a un abogado de la Defensoría el que estimó que eso era tortura.

Continúa el artículo:  

Garrido fue a la Defensoría a los pocos días que se emitió el programa.  Del impacto y la vergüenza, había pasado a la rabia y quería que el programa se disculpara públicamente.  "Quería que dijeran que no éramos traficantes, que todo fue un error de ellos".

Pero resultó que tenía que hacer todos los trámites en el Puerto y no tenían plata para estar yendo y viniendo durante un juicio.  "Y después le pregunté a otro abogado y me dijo que no perdiera el tiempo, que nunca, nunca le iba a ganar a la prensa y a la policía juntas".

Después de suexperiencia televisiva, Garrido tiene una sola opinión sobre ese tipo de programas: "En el canal editaron todo a la conveniencia de ellos.  Daba lo mismo lo que pasó, lo que querían era algo divertido.  No les importa si es verdad o mentira.  Ese show, esa farsa, nos cagó la vida".

Después, en el artículo, un ex camarógrado del programa, Felipe Olsen, relata que: «"133" no es un programa periodístico.  Aunque se presenta como tal, los periodistas que trabajan ahí no están para contar todo lo que pasa durante el trabajo policial: ellos están del lado de los buenos y no pueden filmar ni menos emitir las partes donde los buenos se portan mal».  Y continúa: «—"133" es un show para dejar bien a Carabineros— sintetiza Olsen.  Agrega que para lograr eso se hacen distintas cosas, desde borrar garabatos, hasta quitar errores de procedimiento.  Como lo contó Garrido los periodistas que participan en esto pueden llegar a no grabar cuando hay un abuso».  Olsen, en todo caso, no vio cosas que le parecieran delitos en la temporada que trabajó en el programa.

Olsen se explaya más y mencina que las tomas se repetían para mejorar la percepción de los procedimientos policíacos o darle mayor acción.  Una complicidad de los periodistas con carabineros que compromete la independencia e imparcialidad de su profesión.

El artículo termina así:

Así, trabajando juntos, carabineros y Mega lograban un espectáculo de alto rating.

Sin embargo, es justamente por esta lógica de espectáculo que el mundo judicial ha empezado a criticar con fuerza a estos programas.  Jueces, abogados defensores y fiscales ven aquí la transformación de la justicia en un engañoso show donde todo está amañado para que haya malos.  Varios califican duramente a estos programas e incluso Eduardo Morales, defensor regional de Valparaíso, ha dicho que en varios de ellos se podían estar cometiendo delitos.  Desde ese punto de vista, la transmisión de Mega se vuelve paradójica, pues puede ser que en algunas ocasiones el delincuente que salga al aire sea el propio periodista.

Pese a nuestra insistencia nadie del programa "133" de Magavisión quiso hablar con The Clinic para hacer frente a estos cuestionamientos.

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