lunes, 30 de marzo de 2009

MATERIAL DE APOYO PARA LA PRUEBA

Lo que hemos estado trabajando en este Taller son las fuentes de información mediante Internet.

Como primera fuente de información, hemos empezado con la prensa. En ese punto, es importante leer el primer post de este blog: El proceso de verificación en The New Yorker (hacer clic acá para verlo), para comprender la diferencia entre un hecho y ficción.

El periodismo no es ficción, busca documentar hechos y presentarnos lo más claramente y en contexto una noticia. A continuación un ejemplo, de boca de uno de los grandes periodistas del siglo XX, Harold Evans, que se refiere a su investigación periodística sobre los efectos en fetos humanos de la Talidomida, que era un fármaco que calmaba las náuseas de los tres primeros meses de embarazo y que produjo un tremendo daño social:

Respuesta. Primero hablemos de la talidomida. Siempre pensamos que los gobiernos están para ayudar a la gente, pero a veces no lo hacen, y ahí entra el periodismo. Éste tiene que entender los hechos, y eso hicimos con este caso. ¿Cuál era la situación de aquellos niños sin brazos, sin piernas? Sus madres habían tomado la talidomida durante el embarazo; esas pastillas fueron recetadas por médicos de la seguridad social, y cuando empezaron a ocurrir las tragedias nadie se dio cuenta de que la causa eran esas pastillas. El ministro de Sanidad, Enoch Powell, no quiso una investigación. Y la ley inglesa impedía que los periódicos se ocuparan de ese asunto..., porque los padres ya lo habían denunciado. Cuando yo llegué a The Sunday Times quise desafiar esa ley, inicié una investigación y propuse una campaña. La investigación era para verificar que la pastilla había sido la causa de esos daños, cuál era la responsabilidad del Gobierno y qué necesitaban esas personas para vivir razonablemente.

P. Así que usted se saltó la ley...

R. Esperé a que actuara la ley, y que hubiera compensaciones, pero no se producía un veredicto. Los niños se enfrentaban a una gigantesca corporación que también fabricaba whisky, y la batalla judicial se hacía difícil, casi imposible. Así que decidí que intervendríamos para presionar a la compañía para que llegaran a un acuerdo con los padres para darles algún anticipo.

P. Y tampoco consiguió nada.

R. Espere, espere. En cuanto hice esa investigación el Gobierno me llevó ante los tribunales para prohibir la publicación de nuestras conclusiones. Y la empresa que fabricó las pastillas hizo lo propio. Ése fue el principio de una enorme batalla que mi periódico libró para poder contar la historia.

P. ¿Cómo fue?

R. Necesitábamos el apoyo de los líderes políticos, pero primero hablé con un juez y con un político laborista que había ido conmigo al colegio. Me iban a ayudar. El Gobierno (que ya, en 1972, era laborista) me dijo que no pensaba remover el asunto... Hicimos la campaña, hubo una enorme bronca, y la empresa farmacéutica al fin se rindió, ofreció una compensación irrisoria, hasta que la subieron a veinte millones de libras.

P. Fin de la historia.

R. Para nada. Yo quería saber qué había sucedido para que en el futuro las incapacidades creadas por una droga pudieran evitarse con adecuados mecanismos de control. Por cierto, había niños españoles y alemanes que aún no han sido compensados y que fueron niños de la talidomida... Pasamos por varios tribunales, hasta que apelamos al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, donde nos enfrentamos al Gobierno británico por su prohibición para que la prensa investigara el asunto. Y ganamos 8 a 5. Por cierto, en el tribunal había un juez español.

P. Una victoria periodística.

R. Pero sobre todo humana. Demostramos, además, que las empresas farmacéuticas habían sido negligentes; habían puesto la droga en el mercado sin examinarla; descubrimos las debilidades de los programas de evaluación de los medicamentos, y conseguimos que se cambiara la ley para que la prensa fuera más libre.

P. Fue un precedente.

R. Y tuve el apoyo de todo el mundo en The Sunday Times. Costaba mucho dinero, y nadie en la empresa me reprochó que gastara en abogados para una lucha contra el Gobierno que iba a perder. ¡Nadie le había ganado antes al Gobierno británico! Así que algo de crédito hay que darle a una empresa sabia que reconoció que producir periódicos no es como producir judías en lata. Algunas veces hay que correr riesgos e incurrir en gastos. Y esto aumentó la reputación del periódico y resultó ser una inversión para el futuro.

Si quiere, puede ver la entrevista completa a Harold Evan en El País: Hacer clic acá.




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